Si el agua ni se compra ni se vende, ¿por qué en la Sierra de Otuzco se compran manantiales?
El agua es un derecho humano que no podemos negar a nadie, pero algunas personas con bajos recursos económicos aprovechan la suerte de tener agua en su parcela y se la venden a otras personas con bajos recursos económicos, normalmente vecinos, por un dinero que muy difícilmente podrían ahorrar en toda una vida de otra manera.
“Yo sé que el agua es del Estado, ya me lo dijo usted; pero le repito que esto es como se ha hecho toda la vida, señorita. No puede usted cambiar nuestras costumbres”.
He ahí el dilema. Pero debemos asumir que hay buenas y malas costumbres.
Normalmente las personas con bajos recursos reúnen lo que pueden para pagarle a su vecino, porque prefieren vivir en paz y, como todos los dueños de terrenos con agua les dicen lo mismo, prefieren obtener el agua de la manera más rápida y menos conflictiva.
En la práctica, ninguna ley respalda a la comunidad a la que se le niega el derecho al agua. En parte, porque la propia comunidad afectada lo decide; por miedo, por resignación o por algún otro motivo.
“Si no, déjelo ahí no más”.
“Además, ¿a usted que le importa, si dice que su institución no paga?”.
Y no asimilan que paralizar el proceso significa que muchas familias vecinas, alguna que otra pariente incluso de los mismos vendedores, se queden sin un derecho humano que les permite vivir sanos.
Es muy difícil luchar contra esto. Pero no imposible. No podemos hacerlo sin el respaldo de la comunidad, porque hay decisiones que sólo toman ellos. En muchos otros lugares lo hemos conseguido, ¿por qué no aquí? Es cuestión de concienciación.
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